Un día como otro cualquiera pasa. Pasa que una de las personas más importantes de tu vida se va. Así, sin más y sin motivo alguno. Igual esa persona no lo sabe, pero al irse te deja totalmente rota, llorando en cada una de las esquinas, echándole de menos cada día más. Que esa persona lo era todo para ti, tu punto de apoyo, tu sonrisa, tu vida, pero se va, y tu mundo se desmorona, de la misma forma uqe pasó cuando esa persona llegó, pero de una manera totalmente opuesta. Todo se convierte en un caos, todas as sonrisas, las miradas y los besos se convierten en lágrimas, en pesadillas convertidas en realidad, se rompen tus sueños, en rabia, en miles de noches en vela pensando, dándole mil vueltas a todo. Y después... Después viene la fase en la que decimos, no te quiero, ya te olvidé, no me importas, te odio y cosas del estilo, es la fase en la que inconscientemente nos engañamos a nosotros mismos, pero luego te mira, y volvemos a empezar, vuelves a recaer en esa puta adicción, en esa droga que te atrapa y no te deja irte, nos hace volver a deprimirnos, a recordarlo todo, a pensar en todo lo que le quieres, y te das cuenta de que es mucho más de lo que tu te pensabas. Te das cuenta de que olvidar no es cosa fácil, que es mas bien una tontería. Que puedo haber olvidado a mucha gente, pero no significaba tanto para mí. Y es que mirando desde diferentes ángulos, por uno es la opción fácil, pero por el otro es una chorrada. Parece que queremos olvidarnos de lo bueno, y recordar cuando pasábamos horas en la habitación llorando, mientras se me corre el rímel,que pasábamos horas y horas dando mil vueltas a todo, ¿para qué acordarnos de eso? Es mucho, muchísimo mejor acordarnos de los buenos momentos, en los que reíamos, de las caricias, los besos y los abrazos, que si queremos olvida, ¿por qué no olvidar los malos momentos?
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