sábado, 23 de febrero de 2013

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Eras una bala perdida con ganas de llegar a algún corazón, y yo pasaba por ahí.
Y de repente desapareciste del poema, sin avisar. Y yo buscándote hasta en los márgenes, pero no aparecías.

Esa forma tan suya de ser ella.

Esa forma tan suya de romper los espejos y ni inmutarse.
De sonreír después de romperse los nudillos contra la pared y morir un poco más por dentro, de decirse una y otra vez que está bien, como si no pasara nada, a pesar de saber que es mentira. Esa forma tan suya de ser ella. O de no ser.
Intenté buscar una sola razón para cortarle las alas y que estuviera para siempre conmigo. Pero no encontré nada. Y ni siquiera pensé en buscar razones para no hacerlo, pero lo que me gustaba verle volar y sonreír y que fuera feliz libre, qué. Pudieron con todo. Y se fue como cualquier pájaro, sin seguir un rumbo fijo, donde  el viento le lleve.
Porque yo me enamoré del que volaba libre, no del que estaba atado con cadenas y en una jaula con barrotes electrificados.
Hoy la tristeza se viste de lluvia y nos invita a pisarnos los pies.
Y nosotros como siempre, como tontos. Nos limitamos a un par de miradas y medias sonrisas que no dicen nada. Y silencios incómodos que dicen más de lo que deberían.

sábado, 16 de febrero de 2013

y al final siempre llega el final.

Ella era la típica soñadora que buscaba un príncipe azul y él el cabrón más romántico de su ciudad. Él tenía el corazón a cachos y ella unos cuantos de repuesto.
Ella la musa de muchos y él un poeta frustrado hasta que la vio sonreír. Y ni ella era tan buena ni él tan hijo de puta. Pero el destino.
Ella se fue a por tabaco. Pero él sabía que nunca había fumado. Él esperó y esperó mientras ella. A saber dónde estaba ella. Ella no volvió a entrar por esa puerta, y él intentó olvidar con una botella que no hizo efecto.
Y ahora ella se abre de piernas todas las noches buscando sentir lo mismo. Y él es feliz entre café y libros, o algo así va contando mientras muere por volver a ver su sonrisa aunque fuera una vez.

domingo, 3 de febrero de 2013

Siempre fui más de tachar y escribir en los márgenes que de pasar página. Nunca supe lo que era ansiedad clavando sus uñas en el corazón hasta que nos perdimos por separado.
Siempre creí lo que la gente decía. Nostalgia no siempre fue triste.
Y confiaba hasta en mi sombra, que me clavaba el puñal en cuanto me daba media vuelta. Que por no hacer daño era yo siempre la que acababa mal, y que estar enamorado es muy bonito, pero duele lo suyo.
Que cuando por fin fui libre, me corté las alas porque quería estar contigo. Y míranos ahora.