viernes, 20 de diciembre de 2013
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Es algo raro, ¿no crees? Pensar en alguien de la misma forma -o más bien quererle de la misma forma- la primera vez que le ves, cuando te enamoras de ese alguien y cuando se supone que debes odiarle.
viernes, 18 de octubre de 2013
El uno sin el otro eran una frase a medias. Un quiero y no puedo. Como quedarse con la miel en los labios.
Un grito desesperado que nadie oye. Una canción sin estribillo.
Un poeta sin musa.
Eran una hoja partida por la mitad. Un muro a medio construir.
O medio derruido.
Eran como llover sin que haya nubes. No podían existir.
domingo, 8 de septiembre de 2013
You have to fight.
Pero tú eres fuerte, y lo sabes. Tienes que hacer que ese dolor se vaya, y puedes hacerlo. Sólo tienes que aferrarte a la parte de ti que sigue intacta, llena. Tienes que agarrarte a ella y pase lo que pase no soltarla nunca, impulsarte hacia arriba.
No puedes rendirte, o el dolor volverá a arrastrarte. Y entonces no podrás volver a salir de ese pozo. Tu única opción eres tú mismo. Eres la única persona que puede salvarte, y a la vez, la única persona que realmente puede hundirte.
jueves, 15 de agosto de 2013
Detalles.
Te encantaba mirarme mientras dormía, y hasta te sabías de memoria mis piernas y cada uno de los besos que dejaste sobre mi espalda. Nunca dejabas que me fuera sin antes agarrarme de la cintura y cogerme haciéndome volar, y todas las mañanas me esperabas en el mismo banco de la estación con un café y mi libro favorito. Nunca lo leíste, pero te sabías de memoria todas mis frases favoritas porque te encantaba escucharme recitarte uno a uno todos los poemas.
Éramos dos, pero nos sentíamos como una sola persona.
Tenía algo en su mirada que contradecía cada palabra que decía y cada sonrisa que se dibujaba en sus labios. Tristeza. Era como odiar algo con todas sus fuerzas pero no tener la fuerza suficiente como para acabar con ello. Para olvidarlo.
Era como si cuando estuvieran juntos el dolor pasara a un segundo plano, como si dejara de importar, aunque fueran ellos los únicos causantes. Estaban enamorados. Y eso les consumía desde dentro.
Pero a la única conclusión que llegaron de aquella larga y dolorosa historia, fue que nunca antes habían sido tan felices estando tan tristes.
Era como si se mataran y se devolvieran la vida. Una y otra vez.
domingo, 14 de julio de 2013
Pain.
¿Nunca has sentido cómo todo tu mundo se caía a pedazos? Cómo a cada latido que daba tu corazón tu vacío se iba haciendo un poco más grande, un poco más oscuro. Cómo cada vez que suspirabas te rompías un poco más, cómo cada lágrima era otra puñalada que te mataba.
Cómo todo dejaba de importar de un segundo a otro, porque ya no eras tú. Simplemente dejabas de ser.
¿No sentiste nunca que te faltaba el aire? ¿Nunca sentiste que el miedo te inundaba hasta el punto de asfixiarte? Que el dolor estaba presente en todo momento aunque pusieras todo tu empeño en olvidarlo. Que se abrían más y más grietas con todos los pasos que te alejaban de ti mismo para que cayeras en ese pozo tan oscuro y tan profundo.
Mírame a los ojos, dime que no has sentido nada de esto. Que nunca sentiste el dolor que yo sigo sintiendo cada minuto que pasa.
miércoles, 26 de junio de 2013
Amor.
Con toda esa gente corriendo de un lado para otro yo estaba solo y tú también. Y entonces, nuestros ojos se encontraron y el tiempo se paró. Mi corazón se saltó dos latidos y de pronto dejaste de llorar para sonrojarte y sonreírme.
Fue entonces, amor, justo en ese momento, cuando supe que pasaría hasta la última milésima de segundo de mi vida luchando para estar contigo.
(...)
Si lo pensamos, nunca has estado. Pero yo tampoco.
Y ahora la soledad duele tanto que ya ni lo siento. No quiero que vuelvas.
Quiero que me hagas volver. No sé si a sentir algo o a volver a ser.
Porque nunca he sido. (...)
¿Sabes lo que es que te duela tanto que te acabe gustando? Yo sí.
Por eso me acuerdo de ti y reabro heridas hurgando en los recuerdos. Pero ya ni eso me hace sentir.
Nunca entendí eso de estar muerto y vivo a la vez. Pero tú te empeñaste en enseñármelo y.
miércoles, 19 de junio de 2013
Ven.
Hoy me acordé de ti con tan poca ropa y todos nuestros sueños tirados por los suelos mientras mirabas cómo fingía ser feliz cuando estaba contigo.
Y qué bien me mentías.
Y qué bien te mentía yo.
Y qué asquerosamente felices éramos sin saber nada el uno del otro pero compartiendo cama y desabrochando las dudas con la mirada para contarnos las constelaciones de lunares y las cicatrices y los poemas y los besos que muchos otros habían dejado sobre nuestra piel.
Nunca me doliste del todo pero siempre te colabas en mis cicatrices. Y yo que no te dolía ni aunque quisiera destrozarte.
Pero es que esos ojitos marrones engatusaban a cualquiera y me arrastraban dentro de las sábanas una vez más.
Todavía tengo más de ti que de mí en el corazón y menos mal que siempre te he odiado. Y los recuerdos no me duelen pero me han dejado vacía.
Creo que lo que me falta de mí lo sigues teniendo tú. Ven.
Contradicciones.
Aún no sé si estoy más dispuesta a perderte o a perderme.
Nadie me cree cuando digo que ya te he olvidado y no tienen razón pero te sigo queriendo.
No lo entienden. No nos entienden.
Dime que también has olvidado mi nombre y todos nuestros recuerdos pero que me sigues sintiendo cuando no estoy y echándome de menos cuando más cerca me tienes.
Que las palabras y los poemas ya no nos los dedicamos ni nos decimos hola o adiós cuando nos vemos porque ni siquiera nos conocemos. Nunca hemos sido nosotros.
Pero el vacío siempre está ahí y no me acuerdo por qué, ni de por qué tú.
Tengo cicatrices que llevan un nombre emborronado y a veces pienso que no eres tú, pero se me pasa en cuanto me siento un poco sola y lo veo más claro.
Nos bebimos demasiadas botellas que hicieron demasiado efecto. Que ya ni la Luna se acuerda de que antes de ser nadie eras todo.
Miedo.
El aire gélido entraba por la ventana de su habitación penetrando en los huesos.
Una sensación de miedo y ansiedad crecía poco a poco en el interior de su pecho. Sentía un vacío y una presión que dolían.
La soledad se abría paso a zancadas en medio de toda esa oscuridad, sumiéndole más en ese pozo sin fondo al que tanto miedo tenía.
El corazón aceleraba sus latidos y con ellos la respiración se le entrecortaba cuando sentía que estaba más cerca de acabar con todo o de que todo acabase con ella, y las lágrimas salían atropelladas de su mirada perdida.
Una voz en su interior le susurraba "no lo hagas", pero siempre había una más fuerte gritándole una y otra vez que lo hiciera sin pensarlo dos veces. "Das asco".
Se puso de pie y el dolor le estremeció, recorriéndole de los pies a la cabeza. Subió las viejas escaleras que tan descuidadas estaban camino al tejado y con las vistas de un día nublado y triste decidió desaparecer para siempre antes de que el miedo acabara con ella.
domingo, 9 de junio de 2013
Su musa escribía en un cuaderno, o, mejor dicho, escupía los recuerdos de su historia al papel. '¡Basta ya, me duele hasta a mí!' parecía gritar aquel viejo cuaderno, y las lágrimas que caían de sus enormes ojos emborronaban los recuerdos tan dolorosos. Pero la mujer no era capaz de soltar el lápiz.
La nostalgia parecía tener ganas de ahogarla.
Y mientras tanto te engañabas a ti mismo repitiendo en tu cabeza que no te importaba con una botella medio vacía y el corazón vacío del todo.
miércoles, 15 de mayo de 2013
Es que tengo tantos miedos que ya no me acuerdo de lo que sentí la última vez que te fuiste. Ni de lo que sentí cuando te vi por primera vez, o cuando conseguí que las putas mariposas dejaran de volar.
Tampoco me acuerdo de lo que sentí cuando me definiste como una pequeña posibilidad entre miles y la peor opción, pero lo arreglaste diciendo que aun así me querías.
Y no sé, me olvido de todo lo que he sentido, menos del dolor. Y no soy capaz de olvidarte a ti, a tus manías y el daño que me hiciste.
Últimamente me da miedo volar sola por si me enamoro de algún pájaro que no volveré a ver nunca. Lo mismo me pasa con los trenes y las estaciones, y toda la nostalgia que hay en ellos. Porque la nostalgia nunca nos apuñaló por la espalda, pero no sé por qué, ambos la odiamos. Quizá porque nos conocimos con un cruce de miradas furtivas en medio de una estación llena de gente y que apestaba a nostalgia. O porque simplemente pensar en lo que fuimos nos produce nostalgia. No sé, tengo esa pregunta retumbando en mi cabeza desde la noche que me dejaste sola en la calle mientras caía una tormenta muy bonita para comernos a besos. Y nunca nos volvimos a ver, y nos odiamos, odiamos lo que pasó y odiamos la nostalgia. Tal vez sea eso.
Pero, ¿no fue bonito? Hasta que decidiste matarme, digo. Porque yo te quería, y tú... bueno, nunca supe lo que tú sentías (o intentabas sentir).
Quizás ella ya no te espere cuando quieras volver.
Acuérdate de cuando paseabas los dedos por sus lunares como si estuvieras tocando tu canción favorita al piano un día de lluvia.
Acuérdate de sus lágrimas cuando te fuiste dando un portazo y la dijiste que no la querías volver a ver. Y de cómo te arrepentiste.
Recuerda cada segundo que estuviste solo, pensando en ella, aprendiendo a echar de menos.
Acuérdate de cómo llegaste a su puerta empapado y ella te dijo que te odiaba pero que te quería. Que estaba hecha un lío, pero te dejó pasar y te colaste en su cama. Y te fuiste otra vez, partiéndola en dos.
Que decías morirte por dentro cada vez que no la veías, cuando no te despertabas a su lado. Pero nunca pensabas en cómo se sentiría ella.
Que la empujaste al puto abismo y te arrepentiste cuando te diste cuenta de que no la volverías a ver.
Y después de todo, piensas en volver y que te abra la puerta. Que finja que todos estos meses no ha pasado nada, que os habéis dado un tiempo y no podéis vivir el uno sin el otro. Pero fuiste un gilipollas, y ya no hay nadie detrás de esa puerta que cerraste tantas veces.
martes, 30 de abril de 2013
Ella.
Tenía como costumbre olvidarse de todas sus musas, pero ella.
Ella era diferente. Esa forma de sonreír cuando alguien la miraba durante mucho tiempo, y se sonrojaba. Esa melena que ondeaba al viento haciendo que todo el mundo se girase al oler su perfume. El brillo de sus ojos verdes característico de cuando estaba a punto de romper a llorar. O el de cuando estaba feliz.
Los remolinos de miradas lujuriosas que provocaba al andar por la concurrida calle sobre sus tacones. La forma de mirarse al espejo mientras se pintaba los labios de rojo pasión y cuando lanzaba besos al aire.
La forma de sus caderas y sus largas y bonitas piernas, únicas.
Su manía de firmar las cartas con su primera inicial y de cerrar el sobre dejando la marca de sus labios.
Lo de tener tirados por la habitación mil libros de poesía y un cenicero lleno de colillas en la mesa. La manía tan suya de levantarse muy pronto de la cama para preparar café para desayunar y desayunarse a besos al hombre que amaba.
No, ella no era como las demás. No era alguien fácil de olvidar.
Y eso le estaba matando.
Como siempre.
Como siempre, le veía alejarse tras la ventana
con un libro abierto entre sus manos.
Pero ya no podía hacer nada,
había vuelto a llegar tarde.
Y como siempre
cogió el siguiente tren
el que la llevaba por otro camino.
Y no se vieron nunca de cerca, pero se enamoraron.
miércoles, 17 de abril de 2013
sábado, 30 de marzo de 2013
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Y odiabas el mundo
porque no te dejaba volar.
De los mil suspiros
(por segundo)
y de las ganas de morir
al verle acercarse por fin
y al darte cuenta de que
estabas soñando.
Pero sigue siendo el amor de tu vida.
domingo, 24 de marzo de 2013
Las ventajas de ser un marginado.
(Nota de suicidio de Michael, Las ventajas de ser un Marginado).
sábado, 16 de marzo de 2013
miércoles, 13 de marzo de 2013
El viaje.
lunes, 11 de marzo de 2013
(...)
Ya no queda más espacio para cicatrices. Sólo hay tiempo para suspiros y recuerdos, y nadie puede decir que eso no es bonito. Las mariposas dejan de revolotear y el dolor ya no está presente todo el tiempo.
Todas las canciones hablan de ti y a la vez no hablan de nadie. Y medio mundo parece entenderte de pronto, aunque realmente nadie es capaz de adivinar lo que pueda pasar por tu cabeza.
Cuando te asomas duele, pero es un dolor diferente, agradable. Por eso terminas siempre cayendo y esperas que haya alguien abajo para recogerte.
Pero no hay nadie, ni siquiera tienes ayuda para levantarte, ni para curar las heridas superficiales. Nada. Y tienes que hacer todo lo posible por volver a subir sin ayuda, y vas creando un muro que te protege de futuras caídas.
sábado, 23 de febrero de 2013
...
Y de repente desapareciste del poema, sin avisar. Y yo buscándote hasta en los márgenes, pero no aparecías.
Esa forma tan suya de ser ella.
De sonreír después de romperse los nudillos contra la pared y morir un poco más por dentro, de decirse una y otra vez que está bien, como si no pasara nada, a pesar de saber que es mentira. Esa forma tan suya de ser ella. O de no ser.
Porque yo me enamoré del que volaba libre, no del que estaba atado con cadenas y en una jaula con barrotes electrificados.
sábado, 16 de febrero de 2013
y al final siempre llega el final.
Ella la musa de muchos y él un poeta frustrado hasta que la vio sonreír. Y ni ella era tan buena ni él tan hijo de puta. Pero el destino.
Ella se fue a por tabaco. Pero él sabía que nunca había fumado. Él esperó y esperó mientras ella. A saber dónde estaba ella. Ella no volvió a entrar por esa puerta, y él intentó olvidar con una botella que no hizo efecto.
Y ahora ella se abre de piernas todas las noches buscando sentir lo mismo. Y él es feliz entre café y libros, o algo así va contando mientras muere por volver a ver su sonrisa aunque fuera una vez.
domingo, 3 de febrero de 2013
Siempre creí lo que la gente decía. Nostalgia no siempre fue triste.
Y confiaba hasta en mi sombra, que me clavaba el puñal en cuanto me daba media vuelta. Que por no hacer daño era yo siempre la que acababa mal, y que estar enamorado es muy bonito, pero duele lo suyo.
Que cuando por fin fui libre, me corté las alas porque quería estar contigo. Y míranos ahora.
lunes, 21 de enero de 2013
Qué lástima que algunas mentiras sean tan bonitas
jueves, 17 de enero de 2013
(...)
Como dos locos enamorados que se echaban de menos, acabaron dando tumbos por las calles oscuras, entre besos y sonrisas. Hasta perderse en la cama de una habitación del primer hotel que encontraron en su camino. Y decidieron dejar de olvidarse, pero ya era demasiado tarde.
Ella despertó al sentir unos brazos cálidos rodeándola, y miró al desconocido que tenía al lado. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo y su estómago se llenó de mariposas al ver sus ojos. Él sintió lo mismo, y dibujó una tonta sonrisa en sus labios.
Estaban hechos el uno para el otro, y en el fondo, lo sabían. Pero no se acordaban. Y cada uno se fue por su camino, pensando que nunca volverían a sentir lo que esa noche habían sentido. No iban a tocar el cielo otra vez con sólo mirarse a los ojos.
Tiempo después, ella despertó de madrugada pensando en él. Y él llevaba todo ese tiempo soñando con ella -o más bien recordando todo lo que había olvidado-, despierto y dormido.
Ella saltó de la cama y abrió la ventana. 'Le echo de menos', pensó. Se sirvió café y con su canción favorita de fondo iba recordando todo. Era su canción favorita porque él se la había dedicado, estaban enamorados desde hacía mucho tiempo y se habían olvidado. No lo podía creer. Todo lo que habían pasado, momentos buenos y malos, ahogado detrás de la barra de un bar, y pensó en cuando despertaron como desconocidos, lo que sintió.
'Tengo que encontrarla', se dijo él, entrando en el ascensor de su edificio. Y dos pisos más abajo, la puerta se abrió dejándola pasar.
-Tan cerca pero tan lejos-. Susurró ella, pensando en qué iba a decirle.
-Te he echado de menos todo este tiempo-. Soltó él.
Y ella secó las lágrimas que corrían por sus labios con un beso.
miércoles, 16 de enero de 2013
Y cansada de seguir cayendo, decidió saltar por sí misma al abismo, y con suerte no volver a tropezar.
jueves, 10 de enero de 2013
~
La lluvia de fondo y me entran ganas de llover a mí. El techo con sus grietas, recordándome que yo también las tengo aunque no se vean. Las pesadillas acechando, y los monstruos de debajo de mi cama sólo quieren escapar (no soportan tanto desastre). La voz de mi cabeza ya se ha callado, ahora es turno del miedo, que pasa por aquí avisando de que llega Soledad a hacerme compañía.
En medio de la oscuridad un grito. Y las sábanas empapadas. Puedo ser fuerte, te repites hasta tranquilizarte. Y al final, lo consigues.