domingo, 9 de junio de 2013

La lluvia chocaba contra la ventana de aquel tren, y los recuerdos caían. Venían y se iban, al igual que lo hacían lo rayos.
Su musa escribía en un cuaderno, o, mejor dicho, escupía los recuerdos de su historia al papel. '¡Basta ya, me duele hasta a mí!' parecía gritar aquel viejo cuaderno, y las lágrimas que caían de sus enormes ojos emborronaban los recuerdos tan dolorosos. Pero la mujer no era capaz de soltar el lápiz.
La nostalgia parecía tener ganas de ahogarla.
Y mientras tanto te engañabas a ti mismo repitiendo en tu cabeza que no te importaba con una botella medio vacía y el corazón vacío del todo.

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