Ya no me atrevo a romper ventanas porque no estás.
Si lo pensamos, nunca has estado. Pero yo tampoco.
Y ahora la soledad duele tanto que ya ni lo siento. No quiero que vuelvas.
Quiero que me hagas volver. No sé si a sentir algo o a volver a ser.
Porque nunca he sido. (...)
¿Sabes lo que es que te duela tanto que te acabe gustando? Yo sí.
Por eso me acuerdo de ti y reabro heridas hurgando en los recuerdos. Pero ya ni eso me hace sentir.
Nunca entendí eso de estar muerto y vivo a la vez. Pero tú te empeñaste en enseñármelo y.
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