miércoles, 15 de mayo de 2013
Quizás ella ya no te espere cuando quieras volver.
Acuérdate de cuando paseabas los dedos por sus lunares como si estuvieras tocando tu canción favorita al piano un día de lluvia.
Acuérdate de sus lágrimas cuando te fuiste dando un portazo y la dijiste que no la querías volver a ver. Y de cómo te arrepentiste.
Recuerda cada segundo que estuviste solo, pensando en ella, aprendiendo a echar de menos.
Acuérdate de cómo llegaste a su puerta empapado y ella te dijo que te odiaba pero que te quería. Que estaba hecha un lío, pero te dejó pasar y te colaste en su cama. Y te fuiste otra vez, partiéndola en dos.
Que decías morirte por dentro cada vez que no la veías, cuando no te despertabas a su lado. Pero nunca pensabas en cómo se sentiría ella.
Que la empujaste al puto abismo y te arrepentiste cuando te diste cuenta de que no la volverías a ver.
Y después de todo, piensas en volver y que te abra la puerta. Que finja que todos estos meses no ha pasado nada, que os habéis dado un tiempo y no podéis vivir el uno sin el otro. Pero fuiste un gilipollas, y ya no hay nadie detrás de esa puerta que cerraste tantas veces.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario