miércoles, 11 de julio de 2012

todo por el orgullo.

En la mesa del comedor aún quedaba una taza de café manchada de carmín. Probablemente el único recuerdo que le quedaba de ella tras esa fuerte discusión. Lo habían echado todo por la borda, lo habían mandado todo a la mierda por una tontería. Las fotos que tenía de ella las había hecho pedazos, había metido en una caja todos los regalos que ella le hizo y los tiró a la basura. Todo por los celos. Él no quería perderla, y ella a él tampoco, pero ya era demasiado tarde. Y el orgullo no se iba, seguía allí presente en todo momento, y no les dejaba a ninguno de los dos ir dónde el otro estuviese y arreglar las cosas.

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