miércoles, 28 de diciembre de 2011

Que nadie nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida.

Hay días que uno no se levanta con ganas de sonreir y mucho menos de hacer sonreír a los demás. Esos días donde la realidad parece tener un solo punto de vista: el negativo. No es falta de inspiración, es el mal rollo que alguien te contagia o esa sensación de que el mundo ya no está para bromas. Esos días, los que trabajamos intentando hacer sonreír a este país, tenemos un pacto. Sin previo aviso y sin que nadie se de cuenta, al primer síntoma de que el mal humor nos está ganando la batalla nos encontramos allí donde algunos dicen que el maestro descansa. Nos damos ánimos, que si estás más delgado, que si tu estás más joven, a ti te está creciendo el pelo, si estás más gracioso, nos contamos algunos chistes que conocemos de memoria, pero fingimos reirnos como si fuera nuestra primera vez. Y así pasamos el rato, hasta que finalmente alguien hace la pregunta...
Maestro, ¿Se puede ver cada día el lado bueno de todo, con la que está cayendo?
¿Sí, dígame?
"¿Es el enemigo? ¿Ustedes podrían parar la guerra un momento? Es que quería preguntar una cosa ¿Ustedes van a avanzar mañana? ¿A qué hora? A las siete estamos todos acostados. ¿Y no podrían avanzar por la tarde? Que ponen el fútbol. ¿Y van a venir muchos? Ayer estuvo aquí el espía de ustedes, Agustín, uno bajito, vestido de lagarterana."

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