martes, 23 de octubre de 2012

no te hacen falta alas para volar.

Te rompes los nudillos contra una pared porque te cortaron las alas y no pudiste volver a volar. Llevas ya mucho tiempo en un sitio que no es el tuyo, pero del que tampoco consigues salir. Es como un laberinto sin salidas, o no, más bien, como una habitación gris y sin ventanas. Sólo cuatro paredes y gritos que perforan y no cesan en tu cabeza. No puedes pedir ayuda, nada podrá devolverte esas preciadas alas que un día perdiste, nadie puede enseñarte otra forma de volar, pero. Tendrás que aprender por ti misma si no quieres seguir ansiando la libertad, si quieres obtenerla algún día, ¿no crees?

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