lunes, 8 de octubre de 2012

Ojos tristes. Llueven cada noche.

Estás entre cuatro paredes grises, llenas de grietas y arañazos. Como tú. El sonido que producen las agujas del reloj, te reduce a polvo. Se supone que el tiempo todo lo cura, pero a ti te está matando.
La misma pesadilla de todas las noches se convierte en realidad. Otra vez más. Ya no te persiguen ni tus demonios; tienen miedo de romperse. Y es que a cada paso que das, todo se vuelve gris, triste. Todo se convierte en ruinas.

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