lunes, 24 de septiembre de 2012

In(v/f)ierno.


"—¿Conoce usted esos días en los que se ve todo de color rojo?
—¿Color rojo? querrá decir negro.
—No, se puede tener un día negro porque uno se engorda o porque ha llovido demasiado, estás triste y nada más. Pero los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe por qué."
Así son la mayoría de mis días. Rojos. En los que de un momento a otro el miedo llega y se apodera de todo. Te reduce a pedazos, a polvo. Y está presente durante todo el día. Pero no te creas que es sólo miedo. Viene siempre acompañado del dolor, que te rompe. Te destruye, arrasa con todo. Desordena aún más tu caos. Mientras que tú no puedes hacer nada. Sólo puedes quedarte quieta, con cuidado para que las grietas no se hagan más grandes. Aunque no sirve de mucho, cada vez que el segundero del reloj avanza, te sale una nueva grieta. Te rompes más de lo que ya estabas. Lo único de lo que tienes ganas es de gritar, de golpear las cosas. Pero ni para eso tienes fuerzas, sólo salen lágrimas de tus ojos.

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