viernes, 14 de septiembre de 2012

Tus hombros al descubierto y mis labios. Mojados por las lágrimas mientras te besan.
Ella se quiebra mientras las manos de un hombre cualquiera le acarician la espalda. No. La desgarran. Y más caricias. Otra noche perdida entre las sábanas de un desconocido. Otra vez la Luna es testigo de cómo se rompe.
 Se pierde en su pecho y le roba el alma con sus armas de seducción. Las lágrimas brotan y... Se termina de quebrar. Para siempre.

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